Guerras de primera, guerras de segunda

Guerras de primera, guerras de segunda

Ángela

8-3-2022

 

Es terrible constatar que, incluso en las guerras, hay categorías.

Desde 2014, el ejército ucraniano y grupos nazis, están asesinando a ciudadanos de la región de Donbás, al este de Ucrania. Ni una sola televisión ha sacado una imagen de esas matanzas, ni un solo medio de comunicación ha hablado sobre ellas. A nadie le importan los más de 14.000 muertos, niños incluidos, y los miles de heridos en esta contienda.

SarkozyGaddafiLo mismo que no interesan los miles de muertos que se llevó por delante la destrucción de Libia por parte de la OTAN, con Francia a la cabeza. Se trataba de acabar con un dictador, y para eso vale todo. Pero lo que hicieron fue destruir completamente un país para quedarse con su petróleo, incluso con su oro. Más de 150.000 millones de euros le fueron robados al pueblo libio que llenaron las arcas de Francia y Estados Unidos. Y todo para cambiar un dictador por otro más afín al interés de los invasores.

Tampoco interesaron los miles y miles de muertos por invasión de Irak por parte de la OTAN. Los motivos que esgrimieron fueron los mismos, acabar con Saddam Hussein, e incluso más peregrinos: que Irak tenía “armas de destrucción masiva”. Se demostró que era falso, pero ya habían muerto, según algunas fuentes, más de 150.000, según otras, más de 500.000 personas, a las que hay que añadir unas 650.00 por la destrucción de infraestructuras sanitarias.

Siete años de guerra que han destruido un país y provocado una desestabilización permanente. Miles de personas todavía están intentando salir del país para buscarse la vida. ¿Cuántos niños iraquíes han sido acogidos en España, en Europa? ¿Cuántos niños yemeníes, somalíes… hanrecibido cobijo en Europa? ¿Cuántos niños asesinados en estas guerras hemos visto en televisión? La hipocresía de los medios de comunicación no tiene límites.

refugiadosucraniaDe Ucrania han salido en una semana más de millón y medio de personas y toda Europa se está desviviendo por ellos. Como debe ser y como debería ser con todos. Duele ver a la gente abandonar su casa sin saber qué destino les espera, pero por lo menos, tienen a dónde ir. Los niños del Congo sí saben que destino les espera.

La estrategia que se está siguiendo con esta guerra es la misma que se ha utilizado con el coronavirus. Cualquiera que intente analizar por qué se ha llegado a esto y no siga la línea oficial, es atacado de forma sistemática.

No hace falta ser analista, especialista en nada, para saber que, durante años, la OTAN ha ido cercando a Rusia, y que animar a Ucrania a entrar en la OTAN es una declaración de guerra. Como lo sería que México instalara misiles rusos o chinos, da igual, a lo largo de la frontera con Estados Unidos. Y Ucrania se ha dejado llevar por esta organización cuyo único fin es la guerra. Zelenski, (¿héroe por que no ha huido?, más bien sería un cobarde si lo hubiera hecho dejando a la población en medio de una guerra), sabía las consecuencias. Las decisiones de los gobernantes, como siempre, las pagamos los ciudadanos, en este caso los ucranianos.

Putin es tachado de loco. Lo mismo que dijeron de Gadaffi o de Sadam Hussein cuando les interesó. Lo malo es que los medios de comunicación se están encargando de crear un ambiente hostil hacia los ciudadanos rusos que tienen tanta culpa de esto como los ucranianos, o sea, ninguna.

En la COPE, la emisora de la Iglesia, intervienen los oyentes. El mismo locutor antes de pasar el audio del oyente, explica que lo que va a decir el oyente “es un poco exagerado, pero dadas las circunstancias…” y da paso el oyente que dice, palabras textuales, que “hay que bloquear las cuentas de todos los ciudadanos rusos en cualquier lugar del mundo, HAY QUE MATARLOS DE HAMBRE”. Este tipo, que se considerará a sí mismo como una buena persona, que sufre por los ucranianos, quiere matar de hambre a los rusos que no han hecho nada malo a nadie. En esas estamos.

refugiadoscongoAl rato, y en la misma emisora, un periodista, Hernán Zin, carga contra Putin, al que “hay que matar” y saca a colación las acciones de guerra en las que ha participado Rusia, ni una palabra en las que ha participado Estados Unidos y la OTAN. Este mismo periodista explicaba que las guerras más crueles las había visto en África; como ejemplo, puso la guerra del Congo en la que han muerto más de cinco millones de personas desde 1996, y de la que “nadie ha dicho nada”. ¡Cinco millones de muertos y ni una sola imagen de esa guerra!

Pero dice algo más perverso: hay que acabar con Putin, porque ahora “el mundo va hacia la PAZ PERPETUA”. ¿La paz perpetua? ¿Quién va a establecer la paz perpetua? ¿Te imaginas a China como garante de la paz perpetua? No sé si no se ha parado a pensar lo que dice, o es que es de los mundialistas del Gran Reseteo del Foro de Davos, el de “no tendrás nada, pero serás feliz”. La paz perpetua significa la esclavitud perpetua. Nadie podría enfrentarse al “Gran Poder”. Miedo da.

La guerra de la desinformación se está llevando por delante uno de los fundamentos de los países occidentales: el derecho a la información. Se han cerrado las emisiones de RT y Sputnik en Europa; los corresponsales españoles se van de Rusia porque Putin amenaza con la cárcel al que desinforme sobre Rusia, cuando hasta ahora, el único periodista detenido es un periodista español, Pablo González, encarcelado en Polonia acusado de espionaje a favor de Rusia.

También hay quien se cree que participa en la guerra desde el sillón de su casa, y estamos viendo los mayores disparates.

La Filmoteca de Andalucía ha cancelado la proyección de Solaris de Tarkovski porque es ruso. Y por ruso, la escudería Haas de Fórmula 1 ha echado a Nikita Mazepin. También han despedido a Valery Gergiev de la Filarmónica de Múnich, y suspendido a la soprano Anna Netrebko del Metropolitan. En Florencia piden derribar la escultura de Dostoievski, y han cancelado cuatro conferencias sobre el autor ruso.

Y otros muchos disparates grotescos como un restaurante de Zaragoza que ha quitado del menú la ensaladilla rusa y la llama ucraniana.

Estos mismos ciudadanos, instituciones privadas o públicas ¿cancelaron películas de Spielberg o de Coppola cuando Estados Unidos invadió Irak? ¿O censuraron películas de Meryl Streep cuando invadió Libia? ¿Dejaron de comer hamburguesas cuando invadieron Afganistán para dejar a los pobres afganos, después de años de guerra e incontables muertos, en manos de los talibanes?

Vuelvo a insistir, hay guerra de primera y guerras de segunda. Ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda.

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