Melchor Rodríguez, el ángel rojo
Ángela
8-9-2018
En la década de 1960 muchos trabajadores de los barrios de la periferia de Madrid pasaban las vacaciones en la Estación de Santa María de la Alameda. Llegaban en tren, pues muy pocos tenían coche, y plantaban sus tiendas de campaña al lado del río Cofio. No había que pagar nada, Las mujeres se quedaban con los niños y los hombres volvían los fines de semana. Con el tiempo algunos se hicieron sus casitas que construyeron en parcelas muy baratas, incluso regaladas. Cuando prohibieron la acampada libre, esa migración veraniega desapareció. En una de estas humildes casitas con un pequeño jardín hay una placa que indica que allí había vivido Amapola, la hija de “el ángel Rojo”. El ángel rojo se llamaba en realidad Melchor Rodríguez García, el Schindler español. Cuento esta pequeña historia porque una vez más, y son muchas, se utilizan la calumnia y la difamación para intentar destruir a las personas. Lo explica su bisnieto Rubén Buren: “Según muchos de la izquierda mi familia vivía de los millones que se había quedado Melchor, entre lo robado y lo pagado por Franco. Claro, mi bisabuela vendiendo tabaco y caramelos en una carretilla ambulante a la puerta del Metro de Tirso de Molina y mi abuela Amapola con tres hijos, su marido, su madre, en un piso de 30 metros en la calle del Amparo, mientras Melchor cumplía pena de muerte en el penal de Santa María. Millonarios…”
Melchor Rodriguez había nacido muy lejos de allí, en Triana, Sevilla, hace más de 100 años, exactamente en 1893. Le apodaron “El ángel rojo” porque salvó de una muerte segura a miles de prisioneros en cárceles de Madrid durante la guerra civil. Puso en peligro su vida en más de una ocasión por proteger la vida de los presos.
Huérfano de padre, tuvo que buscarse la vida desde niño con distintos oficios para ayudar a su madre a mantener a la familia e intentar sobrevivir en una situación de extrema pobreza. Se hizo novillero y desde su Sevilla natal salió para torear por esas plazas de dios, hasta que una grave cornada lo alejó del mundo del toreo, y lo acercó a Madrid donde comenzó a trabajar como chapista y enseguida pasó a militar en la CNT y luego en la FAI. Por motivo de su militancia fue detenido tantas veces que lo llamaban el Decano de la Modelo. Encarcelado más de una treintena de veces en la dictadura de Primo de Rivera y la II República, por delitos de imprenta y orden público, nunca por delitos de sangre, la atención a los presos fue una constante en su vida.
Con el estallido de la guerra, algunos dirigentes anarquistas formaron parte del gobierno republicano. García Oliver como Ministro de Justicia nombró a Melchor Rodríguez Delegado General de Prisiones a finales de 1936 y desde este puesto se jugó la vida en numerosas ocasiones pero consiguió con su determinación y valentía detener las “sacas” de las cárceles madrileñas. Miliciano entraban en las cárceles y se llevaban a presos de …