Greta y los Thunberg

Greta y los Thunberg

Ángela

1-11-2019

 

A finales de los ochenta apareció en el panorama musical Greta y los Garbo, grupo formado básicamente por tres hermanas, una solista y las otras dos hacían los coros. Y ahora aparecen Greta y los Thunberg copiándoles el formato: Greta, la solista y su madre Malena Ernman y su padre Svante Thunberg, haciéndole los coros. Como con las Garbo, todo queda en familia, aunque ellas eran mucho más graciosas.

Los Thunberg no tienen gracia ninguna; me los imagino sentados a la mesa, quitándose la palabra unos a otros (bueno, eso no, que son suecos) hablando, a la manera sueca, de la descongelación de los glaciares que inundarán la tierra, la subida del nivel del agua del mar en el que quedarán sumergidos hasta los Alpes; de Holanda ni hablamos. ¡Qué conversaciones tan entretenidas en desayuno, comida y cena! Ahora tiene más comensales en la mesa: el mundo entero desayuna, come y cena con ellos.

La pobre criatura dice que le han robado su infancia. ¡Y tanto que se la han robado! Una niña de su edad tendría que estar en su colegio, con sus amigos, haciendo deporte, riéndose, y se pasa la vida rodeada de tipos a los que la vida humana les importa un pimiento.

El montaje es extraordinario. Asistencia al Foro Económico Mundial celebrado en Davos (Suiza), la mayor reunión de poderosos del mundo, los tipos que se reúnen para decidir lo que van a hacer con nosotros, y sin embargo la prensa internacional, en manos toda ella de estos mismo poderosos, nos quiere hacer ver que se han quedado impresionados con las palabras de la niña: “Hemos fracasado. Todos los movimientos políticos en su forma actual lo han hecho». ¿Hemos?, pequeña Greta, ¿has fracasado?  ¿Tú formas parte del  nutrido grupo de poderosos que decide sobre el resto de los humanos? No, Greta, no. Tú no has decidido nada. Los que te han escrito el discurso se han pasado veinte pueblos. Te utilizan porque les vienes muy bien para llegar a la población joven, que como todos los jóvenes, por el hecho de serlo, tienen muy poca capacidad de reflexión. La irracionalidad es la forma básica del pensamiento joven. Tan irracionales son que no sueltan su móvil así los maten, y al mismo tiempo salen en manifestaciones, programadas muchas veces desde el mismo colegio, para denunciar la destrucción del mundo. Y van en coche (el de sus padres, claro) a todos los sitios, y en avión a pasar las vacaciones en España y otros países exóticos. Salvo Greta y su familia, por supuesto. Ella viaja, si la campaña publicitaria lo requiere, en el barco de Alberto de Mónaco, tan ecologista él. ¡Lo que hay que ver!

Esto me recuerda a un tipo, ingeniero que trabajó toda su vida para una gran petrolera, que tras la jubilación se dedicó en cuerpo y alma a denunciar a las petroleras (su hija, también ingeniera, trabajaba para la misma compañía en la que él había trabajado, porque pagar, pagan bien) y a hablar del desastre energético y a concienciar a la gente  a través de su web de que había que ahorrar energía. Pues este tipo se pasaba la vida montando en aviones para reunirse con otros como él. Era una incoherencia suya, decía él mismo. No, no eres incoherente, eres un jeta más de los que pululan por el mundo. No hay que viajar en avión porque necesita mucha energía contaminante, pero eso sólo es para los demás, tú sí puedes viajar en avión las veces que haga falta porque  tienes que concienciar al mundo del ahorro de energía. Coherencia es lo que hizo una joven ecologista que no soportaba la ciudad ni el gasto que conlleva y se marchó a vivir al campo, se construyó su  casa con barro y vive austeramente con su pareja. Ni luz tienen. Y no va viajando en avión por el mundo diciéndole a la gente lo que tiene que hacer. Eso es coherencia.

Seguimos con Greta: «No quiero su esperanza. No quiero que sean optimistas. Quiero que sientan pánico. Quiero que sientan el miedo que siento yo todos los días. Y luego quiero que actúen. Quiero que actúen como lo harían en una crisis. Quiero que actúen como si nuestra casa estuviera en llamas. Porque lo está». El sufrimiento de esta criatura no tiene límites. Vive en un infierno.

La llevaron también a la Cumbre del Clima de la ONU, celebrada en Nueva York, viajando en un velero de cero emisiones de carbono desde Europa; no quiere coger un avión porque contamina. La niña no sabe el dineral que ha costado ese viaje, un viaje que salvo los poderosos que la llevan, el resto de los humanos no podrá hacer nunca.  Greta estaba muy cabreada porque los políticos no habían hecho nada ante el cambio climático: «Ustedes han robado mis sueños y mi niñez con sus palabras vacías». «La gente está sufriendo, la gente está muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando y estamos a las puertas de una extinción masiva y de lo único que hablan ustedes es de dinero y de cuentos de hadas de crecimiento económico eterno. ¿Cómo se atreven?». Dramático. Después del desayuno, comida y cena terroríficos, se va a dormir y se encuentra con el apocalipsis.  No quisiera estar yo en su cabeza. Ni tener esos padres. Porque son ellos los que dirigen sus actuaciones. Cantante ella y productor él, muy conocidos en Suecia, por fin han conseguido ser conocidos en todo el mundo. Hasta Obama, el ecologista que dejó tras de sí más guerras y países destruídos que todos sus antecesores (se convirtió en el primer presidente de EE.UU. en pasar su mandato sin un solo día sin guerra), y el Papa han recibido a la troupe Thunberg. Su niña les ha dado la oportunidad de ser más famosos de lo que podrían haber sido nunca con sus actividades artísticas. Tampoco me habría gustado tener profesores como los suyos que le ponían vídeos en clase en los que describían la destrucción del planeta a la temprana edad de diez años. ¡Cuánto habría ganado la pobre Greta si su familia y sus profesores se  hubieran dedicado a educar y enseñar en lugar de adoctrinar.

Hay que reconocer que los que la han mandado al estrellato tuvieron una idea genial: ponemos a una niña a decir barbaridades y conseguimos que la sigan miles de niños. Un adulto no da el mismo resultado. Una jugada maestra. Lo que ocurra después con la niña no nos importa nada. En los últimos días, por cierto, no oigo mucho hablar de ella, a lo mejor consideran que la pobre Greta ha dado de sí todo lo que puede dar; pero habrás otras Gretas que saldrán a anunciarnos el apocalipsis, porque de lo que se trata es de mantener aterrorizada a la población occidental, que el resto del mundo bastante tiene con subsistir.

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