Fernando Arrabal o la ternura

Fernando Arrabal o la ternura

Angela

10-6-2022

 

Es el año 2016. Fernando Arrabal, su mujer Luce Moreau y su hija Lelia entran en el Ateneo de Madrid donde le van a hacer entrega del Premio Faro de la Casa de Melilla. Los tres son acompañados por un grupo de personas hasta la sala de actos. Fernando Arrabal con un anorak naranja y sus dos pares de gafas, aparece tímido, dejándose llevar. Su mujer Luce es una viejecita tímida también y sonriente. Su hija Lelia, vestida como podría ir al mercado, en la mano lleva una bolsa de plástico a modo de bolso, parece casi hasta asustada rodeada de gente. Es enternecedora esta familia. Dan ganas de abrazarlos. (Ver vídeo)

FernandoArrabalEl gran Fernando Arrabal parece un niño perdido. Es como si se sintiera desprotegido por la pérdida de su padre, tantos años atrás que suponen una vida entera. El desamparo del huérfano.

Toda su vida buscando al padre, del cual sólo guarda como recuerdo unas piernas que pasean junto a ese niño que él era paseando por la playa en Melilla. “Un hombre enterró mis pies en la arena. Era en la playa de Melilla. Recuerdo sus manos junto a mis piernas y la arena de la playa. Aquel día, hacía sol, lo recuerdo”.

Ni siquiera una imagen en una foto. Todas las fotos de la casa familiar en las que se supone estaba el padre, están cortadas.

Lo cuenta en Baal Babilonia. La casa de la madre, siempre en penumbra. Nunca le habló de su padre. Le dijeron que estaba muerto, hasta que él encuentra documentos en los que descubre que su padre, el teniente Fernando Arrabal, había sido arrestado por no unirse al golpe militar de Franco cuando estaba en Melilla. Condenado a muerte, le conmutaron la pena por la cárcel. Tras unos años deciden soltarlo y lo único que le piden a su mujer es una dirección donde se supone podría vivir. La mujer se negó en redondo. Encontró varias cartas enviadas por el director de la prisión en las que le pide «que no escribiera más cartas como las que había escrito a mi marido, porque según decía, después de su tentativa de suicidio había sufrido una gran depresión”, y no volvió a hacerlo. Una noche de invierno, con su pijama como único abrigo para protegerse del frío y la nieve, se escapó del hospital psiquiátrico de Burgos donde le habían trasladado desde la cárcel y nunca más se supo de él. El hijo tuvo que vivir toda su vida con la esperanza de encontrarlo y con el dolor de no saber qué había sido de él. Y con el dolor de saber que su madre participado en todo ese sufrimiento.

 

 

«Mi tragedia familiar es una más de las que sucedieron durante la guerra civil, pero la diferencia radica en que mi drama está inconcluso porque no he conseguido saber cuál fue el destino final de mi padre. Esta circunstancia ha estado presente en toda mi vida y en toda mi obra».

El sufrimiento como base para una vida. El sufrimiento que no cesa.

Ante la falta de resultados en su búsqueda, cualquier persona habría tirado la toalla mucho antes. Quizás sentiría un rencor tan grande hacia su madre como el que su madre guardó contra su padre, quizás se habría encerrado en sí mismo, presa de su dolor. Fernando Arrabal, no. Él decide vivir y contar todo en sus novelas, su teatro, su poesía. Todo le interesa: la literatura, el teatro, la pintura, el cine, pero también el ajedrez, las matemáticas. Y la familia. Y los amigos. Los viejos amigos ya desaparecidos como Topor con el que fundó en 1963  junto a Alejandro Jodorowsky el Grupo Pánico, y los que aún le acompañan como Houllebeck, Kundera, y otros desconocidos, ajedrecistas, matemáticos, con los que se reúne una vez a la semana en su casa de París, a las cinco de la tarde, ni un minuto antes, ni uno después. Manías de un tipo raro. En estos tiempos de total conformidad con la autoridad, de sumisión ante el poder, como hacía tiempo que no veíamos, pasar una tarde en compañía de esta colección de tipos raros, sería un soplo de aire fresco.

Fernando Arrabal no es sólo el autor español más representado en todo el mundo, uno de los más grandes escritores en lengua española, es alguien que no se rinde, que se subleva contra todo.

Quizás de ahí le venga esa imposibilidad de admitir dictaduras de ningún tipo. Famosas son sus cartas a Franco y a Fidel Castro. Ninguna dictadura es soportable.

Pero tampoco las normas artísticas. Hasta Bretón lo expulsó del grupo de los surrealistas. Hay gente que no acepta las normas, ninguna.

Me pregunto dónde estarán los arrabales en estos tiempos de penuria, donde la libertad de pensamiento ya no es un valor, ni un derecho que haya que defender.

Tiempos difíciles para la libertad, buen momento para leer o reeler la obra de este autor irreverente, heterodoxo, genial. Un hombre libre.

 

Para saber más de Fernando Arrabal:

Web de Fernando Arrabal 

Biografía. Instituto Cervantes

Entrevista con Jesús Quintero 

Entrevista Sánchez Dragó, Savater y Arrabal

Entrevista con Cayetana Guillén Cuervo

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