Beckmann. Figuras del exilio
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Hasta el 27 de enero de 2019
Comisario: Tomàs Llorens
Ángela
29-12-2018
Max Beckman (Leipzig, 1884 – Nueva York, 1950), desde joven fue un pintor pintor reconocido. Su primera exposición, que tuvo gran éxito, fue en 1912. Su pintor preferido era Cezanne y la influencia del impresionismo es evidente en esos momentos.
La vida le lleva por derroteros inesperados. Se enrola como voluntario ejerciendo de enfermero en la Primera Guerra Mundial, pero sufre una crisis nerviosa y es dado de baja. Para la mayoría de los europeos, la Gran Guerra, tan terrible, tan destructiva, supuso un cambio radical en su forma de vida, y Max Beckman no fue una excepción; la guerra le cambió su forma de entender la vida y eso se reflejó en su obra. Deja atrás el impresioneismo y adopta un estilo expresionista, la nueva corriente que aparece tras la guerra, aunque a Beckman nunca le gustó que le incluyeran dentro de ninguna corriente pictórica. Su obra era muy personal. «A mí solo me interesa la arquitectura del cuadro; el tema es absolutamente personal. Lo que yo puedo hacer es ayudar a llevar la imagen a la superficie»… “Lo que quiero mostrar en mi trabajo es la idea que se esconde detrás de lo que llamamos realidad (…). Busco, partiendo del presente, el puente que lleva de lo visible a lo invisible…”.
Expone su obra en Berlín, Francfort, Stuttgart y Viena, pero otro acontecimiento, el ascenso del nazismo hará que que se produzca otro cambio importante en su vida. Su obra, como la de otros artistas, será considerada por los nazis como “arte degenerativo”. Se confiscan más de 500 de sus obras. Ante esta persecución, en 1937 se marcha junto con su segunda mujer , Mathilde Kaulbach «Quappi», hija del pintorFriedrich August von Kaulbach, a Amsterdam donde vivirán unos años, y de allí a Estados Unidos donde moría en 1950. Nunca volvió a Alemania.
La interesante muestra del Thyssen que reúne 52 obras está dividida en dos partes. En la primera podemos ver su obra desde los años anteriores a la Primera Guerra Mundial hasta los años 30 cuando las galerías no acogen sus obras.
La segunda parte, la más extensa, corresponde a la época del exilio, cuando parte para Amsterdam para nunca más volver a Alemania. Esta parte está estructurada por temas: Máscaras, como representación de la pérdida de identidad que produce el exilio; La ciudad (Babilonia eléctrica), la metrópoli moderna, lugar de extrañamiento del exiliado; la muerte (El largo adiós), el exilio es la muerte, es dejar para siempre un mundo para renacer o sobrevivir en un mundo nuevo, ajeno; y por último el mar, tema muy presente en la obra de Beckman desde sus inicios como pintor, el mar representación del movimiento infinito, y también de la muerte.
No puedo decir que sea una exposición bonita, Beckamn no muestra la belleza, muestra la realidad a través de sus ojos, unos ojos que vieron los horrores de la guerra, el dolor, el sufrimiento, que quedarían en su retina hasta su muerte; pero terminada la guerra no termina el horror, el nazismo se va incrustando en la sociedad hasta devorarla. Esta sociedad desquiciada es la que refleja Beckman en su obra. El que no acepta las condiciones del totalitarismo se ve abocado al exilio o sea a la pérdida de identidad, al extrañamiento, a la muerte.
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