Berlioz
Ángela
8-9-2017
Un gatito precioso, bueno, mimoso, cariñoso, un angelito negro llegó a nuestras vidas para ofrecernos la felicidad como si la felicidad fuera lo más normal del mundo. Con una facilidad pasmosa se metió en la vida no de una o dos personas, no, eso sería lo normal, pero Berlioz era especial. Nos hizo felices a una decena de personas, que ahora le lloramos inconsolables. Un animalito pequeño, suave, delicado, que te miraba fijamente esperando a que te sentaras para tumbarse en tu regazo y regalarte un ratito de tranquilidad; que se tiraba a cada minuto en el suelo esperando que lo acariciaras. Eso pedía: caricias, cariño, compañía, y lo hicimos. Le dimos todo el amor que pudimos. Y ahora sólo nos queda llorarle y esperar que el tiempo, como cuando perdemos a una persona muy querida, y de eso por desgracia sabemos mucho, vaya alejando el dolor y sólo nos quede el recuerdo de ese gatito precioso que nos regaló la vida.
Por eso, en recuerdo de Berlioz, esta semana tenemos dos poemas en lugar de uno. Gracias gatito bueno por habernos traído la felicidad.
Consuelo Acevedo
A Berlioz
Bienvenido, recuerdo haberle dicho.
Entró a nuestra casa, a nuestras vidas
Recorriendo cada rincón, nos limitamos a seguir sus pasos.
Lástima que no hablase, pero el sentimiento que transmitía era bueno
Inocencia, dulzura, calma, amor y muchas más cosas
O simplemente respondía al cariño…y sin hablar.
Zampón le decía yo…se lo comía todo.
Algunos creerán que dedico estas palabras a una persona, y no es así. Las dedico a alguien tan pequeño y frágil pero tan grande a la vez. Un gato, que con su pelaje negro azabache y sus grandes ojos verdes, nos cautivo y nos robo el corazón. Qué bonito…qué bonito eras.