Un largo viaje

Dolores del Paso

 29-7-2016

 

Suena el despertador. Las seis. Se levanta lentamente. Le cuesta madrugar. Toda la vida madrugando y todavía no se ha acostumbrado. Se acuesta tarde, siempre lo ha hecho, por eso este momento es tan difícil.

Desayuna un café con leche y una magdalena como mucho, le cuesta comer a esas horas. Se ducha, se viste, todo lentamente. Esto no ha sido siempre así. Hasta hace un tiempo estos gestos cotidianos los hacía deprisa. Ahora ya no. Es uno de los síntomas de su desgana. Todo es lento.

Sale a la calle, coge el coche. Su trabajo la espera.

Su marido ha salido antes. Madruga más que ella, pero a él no le importa, o al menos eso parece.

Hace 30 años que viven juntos. No han tenido hijos. Pertenecen a una generación extraña que pensaba que la familia era algo inútil, aburrido, cuando no pernicioso porque coartaba su libertad. Es mucho decir lo de generación, eso creía ella, pero en realidad la mayoría de sus amigas tenían hijos. Ya casi en la cuarentena, se quedaron prácticamente embarazadas todas a la vez. Ahora tenían que lidiar con hijos adolescentes, lo cual no era muy envidiable.

En fin, ya está en la calle. Se dirige al mismo sitio desde hace 20 años. Al principio cambió varias veces de trabajo pero desde que llegó a esta empresa no se ha movido.

No es un trabajo difícil. Una pequeña editorial. Edita libros de historia. Selecciona los libros, los corrige y si es el caso, los traduce del francés o del inglés. Hace años era interesante, ahora es simplemente un trabajo. Un trabajo cómodo.

La gente es llevadera. No ha tenido grandes conflictos con los jefes ni con los compañeros.

Nada especial.

Esta mañana el cielo está negro. En una ciudad tan luminosa, es raro un día tan oscuro. Llueve incansablemente desde hace dos días.

La editorial está en las afueras, tiene que cruzar la ciudad y el tráfico es infernal, pero no lo lleva mal. En cuanto sube al coche pone la radio y escucha las noticias. Esta mañana prefiera escuchar música, raramente pone un CD, prefiere las emisoras musicales, así no tiene que pensar.

Según sale de la ciudad van apareciendo los chalés unifamiliares. No le gustan estas urbanizaciones, con todas las casas iguales, los mismos jardines y nadie en la calle. Son como cementerios. En uno de estos chalés está la editorial. Tiene que coger la siguiente salida de la autovía pero no lo hace, sólo tras varios kilómetros se da cuenta de que ha dejado la salida atrás. Pero sigue adelante.

Una hora, dos horas más conduciendo. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está?

Ve una gasolinera y baja para echar gasolina y tomar un café. Sólo hay un par de personas.

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