dictadura

Una época para recordar

Desde mi guarida

 

Ángela

22-4-2022

 

Recordaremos los meses encerrados en casa, los años vividos sin vernos las caras, las vacunaciones masivas (una dos tres cuatro veces algunos), la propaganda del miedo a través de los medios de comunicación, el odio generado al que no acepta la norma.

Recordaremos a la policía asaltando viviendas sin orden judicial; a la guardia civil persiguiendo a un tipo en su barquita solo en medio del mar porque se había saltado el confinamiento; a la guardia civil poniendo multas por llevar de urgencias al perrito porque le había mordido otro perro.

Recordaremos a las familias y a los amigos enfrentados por las mascarillas y por las vacunas, como si no hubiera motivos suficientes antes del coronavirus.

Recordaremos a los jóvenes que se han suicidado porque no han soportado esta vida de mierda. Y son muchos. También viejos.

Recordaremos a los virólogos, epidemiólogos y otros “expertos”, que ni dios sabe de dónde han salido, aterrorizando a los ciudadanos un día sí y otro también.

Lo recordaremos todo, y nos daremos cuenta con horror de que la inmensa mayoría de la población está de acuerdo con las bárbaras medidas impuestas por los gobiernos que nos han jodido la vida.

Tanto daño se ha infligido a la población, que muchos siguen con sus bozales temiendo perder la vida en cada estornudo.

Alguien tendría que explicar por qué en África, dónde no se ha vacunado la población, prácticamente no ha habido casos de enfermos por coronavirus. Muy selectivo este virus. Este charco lo salto, este no. Por una vez, África ha tenido suerte, como no tiene dinero para pagar a los laboratorios, no se ha vacunado nadie.

Hemos visto cosas asombrosas como al presidente de un país tan “democrático” como Canadá, bloqueando las cuentas de los camioneros que se manifestaban pacíficamente en defensa de sus derechos, amenazándolos ¡con retirarles la custodia de sus propios hijos! Diciendo …

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La nueva normalidad

Desde mi guarida

Ángela

8-5-2020

 

Lleva días y días el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hablándonos desde su púlpìto (le ha cogido gustillo a su charla de más de una hora, esperemos que no llegue a las seis o siete de Fidel Castro) de la nueva normalidad. Expresión tan ridícula como absurda: la normalidad no puede ser nueva, la normalidad está hecha a base de rutina, es lo habitual; y lo nuevo no es la normalidad porque acaba de llegar. Como es imposible que esto, tan de sentido común, no lo sepan sus asesores (el señor Pedro Sánchez puede que no lo sepa, teniendo en cuenta que para su tesis necesitó mucha ayuda), cuando nos machacan con algo tan absurdo, es que quieren decir otra cosa: que este encarcelamiento que estamos viviendo y que es absolutamente anormal, lo convertirán en normal; incluso cuando el coronavirus desaparezca de nuestras vidas, seguiremos en sus manos, porque millones de personas quedarán en paro cobrando una mínima cantidad y se convertirán en voto cautivo (el miedo, siempre el miedo); incluso muchos de los que tengan trabajo vivirán con lo justo. A modo de  Gran Hermano orwelliano nos dicen: haceos a la idea de que nada volverá a ser normal. La normalidad será la que establezcamos nosotros.

Y no son sólo palabras. Esta frasecita que repite el presidente como un mantra la ha recogido el gobierno en un texto que aprobó el Consejo de Ministros el martes 28 de abril: el Plan para la Transición hacia una Nueva Normalidad, que en realidad son las pautas que nos hará seguir el gobierno con el presidente de los encuentros en la tercera fase a la cabeza.

Ni el mismo Orwell en su novela 1984 imaginaba que su mundo totalitario podría llegar tan lejos. En esta obra Orwell muestra un mundo totalitario en el que los ciudadanos están constantemente vigilados por telepantallas, la libertad ha desaparecido y el Gran Hermano, al frente del partido, lo vigila todo. Orwell recrea una sociedad donde se manipula la información y la represión política y social es absoluta. Hasta el lenguaje ha cambiado; mejor dicho, para manipular las mentes crean una neolengua. El ministerio de la Paz es el ministerio de la Guerra, el ministerio de la Verdad se encarga de administrar la verdad, sólo existe la verdad del Partido.

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