Increíble
Dolores del Paso
16-9-2016
Para ella todo era increíble. Sus zapatos louboutin o sus “manolos” (más cercanos). Su vestido rojo de Valentino, con el que dejó muertas a sus amigas. Y el azul de Dior que se puso en la boda de su amigo Jaime con aquella jovencilla que estaba claro a por lo que iba. Y su casa, ay, su casa. Fantástica. Porque además de increíble todo era fantástico, maravilloso, especiaaal. Y su casa era muy especiaal. Enooorme. Decorada por ella, por supuesto, con la ayuda de Paquito, el mejor decorador del mundo, claro. Le pagó una pasta por un trabajo en el que lo fundamental era su toque, tan personal. De las otras casas, la de los Alpes, y la de Marbella no se pudo dedicar tanto por falta de tiempo. Pero también tenían su toque.
Llevaba una vida increíble. Tenis, pilates, yoga-sauna (lo que hay que sufrir en esta vida, Señor), masajes (tailandés, coreano, con piedras calientes, con barro del mar Muerto, con aloe vera, sin aloe vera). Algún que otro retoque también tenía y no lo disimulaba mucho (porque no podía, la boca se la había ido un poco a la izquierda, pero sobre todo porque se había gastado una pasta y no era cuestión de que pasara desapercibido el cambio).
Sus hijas ya estaban encarriladas. Elenita se iba a casar con el hijo del Conde de Besatierra, un chico estupendo, sin mucha pela, pero para eso su marido era consejero de no sabía cuantas empresas (no es un decir, no tenía ni idea). Y Karina estaba más o menos comprometida con el heredero de esa financiera con nombre inglés (qué coñazo, nunca se acordaba de ese nombre largo y sinuoso, con lo fácil que es decir Financiera Pepe, o si se empeñan en complicarlo Financiera Estanislao).
No paraba en todo el día. La casa le ocupaba mucho tiempo. Tenía que dedicarle horas a explicar al servicio lo que tenían que hacer, uf, que poca imaginación tienen los empleados. Ella se tenía que ocupar de todo.
Y luego el gimnasio, el teatro, los caballos, qué ajetreo. Y eso que últimamente tenía más complicado lo del ocio. A sus amigas les había dado por diseñar de todo. Maruca diseñaba joyas, Lola cojines (jajaja, tiene cojones), Alejandra tenía su línea de cosmética (Alexa, cosmética nutricional, o algo así), Romina (tenía explicación el nombre, decía, el origen de su familia era italiano, su bisabuelo por parte de madre era de Taormina, vete tu a saber, y lo que a ella le importaba) diseñaba vestidos de fiesta, Julia ropa informal, María trajes de baño. La lista en esta sección era larga.
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