La prensa servil

Ángela

3-12-2021

 

Desde que comenzó el coronavirus van pasando los días, ya los años, de disparate en disparate. Primero, en España (eso que ahora llaman “territorios”) no iba a pasar nada y podíamos asistir a manifestaciones multitudinarias sin ningún problema. Los políticos, algunos en primera fila, pancarta en mano, nos animaban a asistir. Pocos días después, esos mismos, nos encerraron en casa durante tres meses. Tres meses sin pisar la calle. Los ciudadanos enfermaban física y psíquicamente (los suicidios, sobre todo de jóvenes, han aumentado desde entonces de forma vertiginosa). Las mascarillas no eran necesarias un día y al día siguiente eran (y siguen siendo) imprescindibles.

Y llegaron las vacunas. Vacunas que se están inyectando sin haber hecho los ensayos suficientes; se están inyectando con permisos de emergencia (1), no definitivos. Una vacuna necesita años para ser aplicada a los pacientes. Los ensayos se han realizado sobre millones de personas, con los resultados que conocemos: miocarditis, encefalitis, trombosis y otros daños severos, casos que la prensa no saca a relucir. Y no se puede reclamar, porque todos los gobiernos, no sólo el español, han firmado documentos que les han presentado las farmacéuticas en los que se señala que no se harán cargo de los posibles efectos secundarios provocados por la inoculación de la vacuna. ¿Han dicho algo los medios de comunicación ante esta actitud servil de los gobiernos ante los gigantes farmacéuticos? Absolutamente nada.

En principio las vacunas eran aconsejables para los mayores de 80 años, los más afectados por la pandemia. Inmediatamente después entraron a formar parte del grupo de los “afortunados” los mayores de 65. Y así han ido bajando hasta vacunar a los niños de más de doce años. Ahora ya …

Compártelo!