El infierno afgano

Ángela

27- 8- 2021

 

Afganistán tiene más de 38 millones de habitantes. El presidente Pedro Sánchez sale ufano en televisión porque los militares españoles, han conseguido sacar del país a ¡2.206 personas! Unas 90.000 en total han salido hasta ahora en aviones de distintos países occidentales. Un “éxito” según el presidente Sánchez.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en unas declaraciones al periódico El País, sin ningún atisbo de vergüenza, se atreve a declarar: “Nuestra misión era proteger a Estados Unidos, no a Afganistán, y lo hemos conseguido”. Un miserable de primera que añade, con todo el cinismo del mundo, que “rompe el corazón ver el sufrimiento, la tragedia que está sufriendo Afganistán”.

Quedan en el infierno de Afganistán 38 millones de personas que ven el retorno a la esclavitud como algo inevitable. Las torturas, la cárcel, la muerte los esperan; mejor dicho, ya lo están sufriendo. Están solos ante estos bárbaros. Nadie se va a acordar de ellos dentro de cuatro días.

¿Por qué se abandona a la población de manera repentina? ¿Qué ha pasado para que Occidente, y sobre todo, Estados Unidos, salgan huyendo y prefieran aparecer como unos cobardes que hacer frente a los bárbaros? En este artículo Meyssan nos da algunas pistas para entenderlo.

¿Derrota en Afganistán para crear ‎problemas a Rusia y China?‎

Thierry Meyssan

Los grandes medios de difusión están interpretando la caída de Kabul de dos maneras. Unos ‎afirman que los demócratas estadounidenses son cobardes y que la retirada de ‎Afganistán afecta la moral de los aliados de Estados Unidos. Pero otros estiman que ‎Washington ha utilizado bien sus cartas y que ha logrado clavar una espina en el pie a ‎los rusos y los chinos. Esas dos maneras contrapuestas de ver las cosas corresponden ‎al paradigma tradicional del Imperio estadounidense. Por su parte, Thierry Meyssan ‎señala que, desde los hechos del 11 de septiembre de 2001, Washington está en manos ‎de los adeptos de la doctrina Rumsfeld-Cebrowski, en virtud de la cual ‎Estados Unidos busca obligar las demás potencias a pagar por protección en los países ‎cuyas riquezas esperan explotar. ‎

SondeoTrafalgarGroup

El 69,3% de los electores estadounidenses desaprueba la conducción ‎de las operaciones militares en Afganistán por parte de Joe Biden.
Sondeo del Trafalgar Group

Escenas que muestran la desesperación de quienes tratan de huir siguen llegando desde Kabul. Pero, ‎aun dejando de lado el hecho que la mayoría de los que tratan de escapar no son precisamente ‎pacíficos traductores de las embajadas occidentales sino los colaboradores de la campaña de ‎‎“contrainsurgencia” del ocupante estadounidense, lo que estamos viendo es una debacle capaz ‎de hacer perder la fe en el poderío de Estados Unidos. ‎

Por lo pronto:‎

el 51% de los estadounidenses desaprueba la política exterior del presidente Joe Biden;‎
el 60% de los estadounidenses desaprueba específicamente la política de Biden en Afganistán;‎
el 63% piensa que fue una guerra que no valía la pena librar [1];‎
la retirada de Afganistán ha suscitado verdadera conmocion entre prácticamente todos ‎los estadounidenses que combatieron en ese país. ‎
Sin embargo, ya es evidente que en Washington se sabía perfectamente que el ejército afgano ‎no resistiría ante los talibanes –aunque en teoría estos últimos eran 3 veces numéricamente ‎inferiores y estaban pobremente armados. El Combating Terrorism Center (CTC) de West Point ‎había publicado en enero un estudio que preveía la catástrofe que estamos viendo ‎‎ [2]. La cuestión no era saber ‎si los talibanes ganarían o no sino cuándo permitiría el presidente Biden que ganaran. ‎

Las negociaciones entre Estados Unidos y los talibanes, que se alargaron por años antes de que ‎el presidente Biden las interrumpiera bruscamente, fueron la preparación del acto final de ‎abandono del poder frente a los talibanes. Es muy válido que se cuestione el hecho que ‎Washington haya provocado la muerte de cientos de miles de personas y dedicado sumas ‎astronómicas y los esfuerzos de 4 presidentes a expulsar a los talibanes de Kaboul… para ‎terminar dejándolos volver ahora, al cabo de 20 años de guerra, y que nos preguntemos ‎también por qué el presidente Biden decidió asumir el papel de vencido.‎

Estamos ante la misma incomprensión que surgió cuando la Comisión Baker-Hamilton llevó a la ‎retirada estadounidense de Irak, con el secretario de Defensa de entonces –Donald Rumsfeld– ‎asumiendo sin vacilar el mismo papel de vencido. Aquella incomprensión volvió a expresarse hace ‎sólo 3 meses, a raíz del fallecimiento de Rumsfeld. ‎

Es hora de dejar de creer religiosamente lo que afirman los políticos y de prestar más atención a ‎lo que escriben los militares. Los políticos sólo dicen lo que el público está dispuesto a aceptar oír. ‎Siempre estamos del lado correcto y si morimos es por la democracia. Pero los militares ‎no tratan de seducirnos sino de entender lo que se espera de ellos. Los militares no suelen ‎escribir para dorarnos la píldora, más bien suelen exponer la cruda realidad. ‎

Como he explicado en múltiples ocasiones [3], sólo días antes de los atentados del 11 de septiembre ‎de 2001, las fuerzas terrestres de Estados Unidos (US Army) publicaron un artículo del coronel ‎Ralph Peters donde se aseguraba que Estados Unidos no tenía que ganar guerras sino orquestar …

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