Serguéi Aleksándrovich Esenin
(21 de septiembre de 1895, Konstantinovo – 28 de diciembre de 1925, San Petersburgo)
Tengo la idea, puede que equivocada, de que el pueblo ruso es un amante de la poesía, que está estrechamente relacionada con lo que llaman «el alma rusa». Mijaíl me puede servir como ejemplo de esta idea. Es un hombre mayor, grande, que vive la poesía con gran pasión. No entiendo una sola palabra de ruso, pero me emocionó oirle recitar con su vozarrón de ruso este precioso poema. Me cuenta su hija que cuando Mijaíl acabó la carrera de ingeniero con matrícula de honor (le dieron la medalla al mejor estudiante), podía elegir el destino que quisiera para su primer trabajo. El destino que todos querían era Minsk, capital de Bielorrusia; pues bien, Mijail decidió dejar su ciudad e irse a miles de kilómetros, a una ciudad pequeña, sólo porque allí había nacido Esenin, su poeta preferido. También me cuenta, que años después viajando de Ukrania a Siberia, les hizo desviarse varios kilómetros y pararse en una zona donde había vivido Esenin para allí, en medio de esos campos, recitar sus poemas.
En fin, este es un homenaje a un hombre bueno, Mijaíl, y a un gran poeta, Esenin. Muchas gracias, Mijaíl.
Como siempre podéis ver la versión original y la traducción completas en leer más. (Ángela 15-10-2014)
Carta a una madre
1924
(Traducción de José Fernández Sánchez)
¿Vives aún, viejecita mía?
Yo también. Salud tengas, salud.
Derrámese sobre tu casucha
esa luz indecible crepuscular.
Me escriben que tú, alarmada,
pasas mucha pena por mí,
que sales tantas veces al camino
con tu viejo y desusado chaquetón.
En la oscuridad azul crepuscular
se te antoja la misma visión:
que en una gresca tabernaria
me clavaron una navaja en el corazón.
No te preocupes, querida.
Es sólo una penosa pesadilla.
No soy un borracho tan perdido …